Escritura hecha de retazos. Cosa Brava

En medio de una lectura de Agamben, sobre la gestualidad perdida en la Europa del siglo XX, recuerdo tus manos, tan ávidas de ser una extensión viva de tu voz. ¿Será acaso un hábito latinoamericano, un recuerdo de cuando la palabra era un decir franco, desde el corazón de las cosas? La Parresía aparece apenas como una sombra de esa otra expresión crecida cerca de esta tierra, cocida, como el maíz, para incrementar su semblanza ctonica. Porque en el habla de las cosas se compromete el ser todo, sus vínculos, sus conexiones. Ya antes de las partículas cuánticas, con su disfraz bosónico y leptónico, y el fantasma de las interacciones nucleares que evocan una danza elemental, la resonancia entera de lo que existe se daba por voz el gesto de la creación en el mundo.

Mientras pienso en eso, vuelve a mí el ahora, con tus manos, envolviendo el tazón con chocolate; tus ojos, más grandes que los míos, despiertos, para ofrecerme un paseo al jardín detrás de la cocina; los recuerdos, tejiendo la impresión estática del Pollock que compartimos, como un gesto del tiempo entramado; tu cuerpo, cálido y abisal, como para renacer tantas noches del hervor de los días.

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